Sobre la pared suena el reloj
con su pulso monotono rompe el silencio
mas que nunca se siente
la presencia del tiempo
especialmente
en las noches sin sueƱo.
Suena, suena, sigue sonando,
los latidos del corazon se sincronizan
a los lejos el mar recoge las cenizas
de algun pobre marinero echado al viento.
Al fin el beso marca el fin de la tortura,
los cuerpos se evaporan en el tacto
se enredan como hiedras que
al tocar la piel del arbol
se aferran y se trepan con ternura.
La mente se extingue en la cabeza
y las almas surgen a tocar el cielo;
el cielo, comprendiendo, abre su verja
para saciar el fiero fuego
que los quema.
Al concluir su danza divina
las almas exhaustas caen a la tierra
en sus venas oscila el pulso de la vida
y en sus sonrisas se nota aun
la miel eterna...
Sobre el muro de la noche titilan mil estrellas,
sobre el mar la brisa carga las cenizas,
en el cuarto un reloj aun despierto
marca las horas en
azul monotonia.
Thursday, June 5, 2008
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